jueves, 13 de junio de 2013

MUJERES SUPRIMIDAS

v     Carina Elizabeth Aranda, Lic. en Comunicación Social. Integrante Observatorio de Medios con Perspectiva de Género de la FPyCS, UNLP.
Y el final fue el de una mujer mas en la larga lista de cuerpos violentados y suprimidos que día a día suma nuevas victimas. El caso de Ángeles Rawson tubo el final de otras chicas que antes han desaparecido y que fueron encontradas muertas.
El único medio que contextualiza esta situación con otros casos de similares características es el Diario La Nación, que en su edición digital expone una nota con los casos que ocurrieron del 2010: Candela Rodriguez, Soledad Bragna, Houria Noumi y Cassandre Bouvier, Leyla Bshier Nazar y Patricia Villalba, Lucila Yaconis, María Fabiana Gandaiaga…. en donde además muestra fotos y una regla cronológica de los casos. Si bien no hace un análisis critico del tema, tampoco lo toma como un caso de inseguridad como si aparece en otros medios.
En este medio la voz que se toma es la del papá y de la mamá de Ángeles con las primeras declaraciones después de conocido el hecho. En el medio se reproducen fotos de la adolescente en las cuales se la muestra con imagen de “niña buena”  y angelical por lo cual la implicancia del hecho requiere otro tenor. Ya no se trata de una adolescente posando para la cámara de forma sexuada, como paso con el caso Candela, sino de una niña bien a quien se le cruzo alguien en el camino que “troncho” su vida y la de su familia.
En realidad con esto lo que se oculta es que otra vez un cuerpo de mujer es violentado a través de practicas patriarcales, que utilizan el cuerpo objeto de como medio de subordinación. Estos cuerpos les pertenecen y creen poder hacer con ellos lo que se les venga en ganas. En este caso el cuerpo apareció en el previo de la CEAMSE, que es el lugar donde los desechos de la sociedad son enterrados. Además de tener una bolsa de residuo puesta en la cabeza, con lo que se puede leer que este cuerpo y cualquier cuerpo de mujer es un objeto que se puede descartar fácilmente.
En el diario Perfil que aparecieron como un caso de inseguridad que le puede ocurrir a cualquiera. Sin la mínima mirada crítica sobre lo que hay detrás de esta practica. No se menciona que ya varias chicas han pasado por esta situación y el final a sido el mismo. 
En el caso del diario Clarín, aparece también en tapa y catalogado en la sección policial. Da un detalle cronológico de los hechos y mencionan cuales van a ser los pasos a seguir con respecto al velorio y al entierro de la chica. Las notas están acompañadas con fotos de la adolescente asesinada y de las amigas que marcharon para que apareciera, también una del predio donde encontraron a Ángeles y otro de los carteles que se pegaron con la fotografía de la joven.
En el caso del diario El Día, la nota principal aparece en la tapa digital y tiene que ver con el resultado de la autopsia del caso. Además otra en la que los padres de la chica hacen declaraciones y otra en la repercusión que tuvo el caso en las redes sociales.
Las fotos que aparecen de la adolescente son las que se sacaron del perfil de la red social Facebook, en la cual se puede ver a la adolescente en poses de niña. En este medio salio publicada una nota con la repercusión del caso en las redes sociales, en donde fue hastach y en Facebook se crearon varias páginas para recordar y pedir justicia por la victima.
En la violencia contra la mujer, por lo general se in-visibiliza la producción y reproducción de  condiciones de poder con intenciones del predominio de uno sobre el otro. La violencia física llega cuando una persona no puede lograr que otra haga lo que el quiere que haga y de esta forma el agresor niega o suprime la integridad, aunque en muchos casos logran que sus victimas se sometan a ellos pero igual para borrar las huellas de la agresión terminan con la vida de ellas. Habrá que ver en este caso como se deshilvana la historia.
La violencia contra las mujeres constituye un grave problema social consecuencia de la dominación de hace tiempos remotos que el hombre ejerce sobre la mujer y que tiene raíces sociales y culturales. Es una forma de perpetuar el papel de sumisión a la que la mujer fue relegada. La psicóloga Ana María Fernández sostiene que al estar en crisis los grandes relatos de la modernidad, y entre ellos el patriarcado como modelo de sostenimiento de los lazos sociales hace recrudecer las prácticas violentas.



Biografía:
Fernández, Ana María. La mujer de la ilusión. Buenos aires, Paidós. 1994
Fernández, Ana María. Las lógicas sexuales: amor, política y violencias. Ediciones Nueva Visión. 2009 
Segato, Rita Laura: las estructuras elementales de la violencia. Ensayos sobre género entre la antropología, el psicoanálisis y los derechos humanos. Universidad Nacional de Quilmes, 2003.




Enlaces:
La Nación, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Cronología: otros casos similares al de Ángeles Rawson
La Nación, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Habló el papá de Ángeles Rawson: "Hay que acordarnos de todo esto a la hora de votar"
Diario Perfil, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Confirman que Ángeles fue estrangulada y peritan ADN hallado en su cuerpo
Diario Perfil, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Morir porque sí
Diario El Día, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Autopsia confirma que a Ángeles la estrangularon
El Día, policial, 12 de junio de 2013, Titulo: Papá de Ángeles pidió "acordarnos de todo esto a la hora de votar"

Diario El Día, policial, 12 de junio de 2013, Titulo: Por el crimen de Ángeles hicieron un operativo en Ceamse de Colegiales
La Nación, tapa digital, 12 de junio de 2013, Titulo: Facebook: abren varios perfiles para recordar a Ángeles




martes, 4 de junio de 2013

Cambios y continuidades en los roles de género familiares

Reseña del trabajo:

¿Qué hacer con los quehaceres? Las razones domésticas del cambio familiar
Agustina Cepeda y Cecilia Rustoyburu[1]




*Por Juliana Díaz Lozano, Laboratorio de Género y Comunicación. FPYCS-UNLP



¿De qué forma las transformaciones sociales generan cambios en el interior de las familias en los sectores populares? ¿Qué sucede con los roles de varones y mujeres, de distintas edades, en relación al espacio privado y el espacio público? ¿Cuáles son las estrategias que ponen en juego los distintos actores para encarar la supervivencia en el marco de sociedades reestructuradas por el neoliberalismo?

El presente artículo retoma el debate en relación a la articulación entre procesos macro y micro sociales, y específicamente, entre cambios económicos y sociales y la capacidad de lxs sujetos de reescribir sus biografías en función de estos cambios, e incluso, influir en ellos. Tomamos como base el trabajo citado de Cepeda y Rustoyburu, que abordó el análisis de los sectores populares en Mar del Plata a partir de encuestas y entrevistas en profundidad realizadas a varones y mujeres, haciendo hincapié en las representaciones sobre la familia y el reparto de los quehaceres domésticos.

En primer lugar, las investigadoras parten de una estrategia de indagación que plantea la necesidad de recuperar las experiencias de lxs sujetos, en contra de abordar la búsqueda de un imaginario social uniforme. Precisamente, este enfoque epistemolólgico, permite abordar las representaciones divergentes en relación a los géneros y entender a la familia y la cotidianeidad como un espacio de disputa y conflictos.  Se conjuga, entonces, el análisis estructural de la sociedad con el de las representaciones simbólicas e intersubjetivas de los sujetos y su accionar en los procesos de cambio social.

Para ampliar las visiones que sólo conciben el ámbito de la familia como un espacio de reproducción social, las autoras retoman a Elizabeth Jelin (1998) quien plantea que, junto a la distribución de roles de género (la división sexual del trabajo), la realización de actividades domésticas permite también la producción y el consumo de distintos bienes tanto materiales como simbólicos y afectivos. Este espacio “privado” puede ser también una arena de disputas genéricas y etarias. Entonces el enfoque analiza dos dimensiones: la forma en que los cambios sociales macro modifican la vida de las familias, por una parte, pero también de qué modo las biografías de los sujetos también pueden en el marco de la cotidianeidad, modificar costumbres, alterando los modelos impuestos.

Con la caída del “modelo familiar tradicional” (Scott, 1999), representante de la modernidad, se producen transformaciones importantes en la vida de las personas, producto de una sociedad que vio desarticulado el rol protector del Estado y el lugar simbólico del trabajo como principal dador de identidad masculina. Hay un proceso de individualización, un deterioro del sentido colectivo, y el mercado es ineficaz para distribuir los recursos. Esto es resultado, de las políticas neoliberales, que promovieron la concentración del ingreso en reducido sector de la población y un deterioro de las condiciones de estabilidad laboral que desplazan cada vez más personas a la exclusión.

Las familias, en estas nuevas sociedades en riesgo, tienen que desarrollarse en espacios contradictorios donde conviven aún valores y mandatos de la era moderna (varón proveedor, activo- mujer hacendosa, pasiva) y necesidades y prácticas nuevas, como el trabajo por fuera de la casa para las mujeres y los nuevos nucleamientos familiares generados en parte como mecanismos de supervivencia a las difíciles realidades económico-sociales. De todas formas, el hecho de que ciertos aspectos de la división sexual del trabajo son cuestionados por razones de subsistencia, no implica, según lo demuestra el análisis de campo, que las familias trabajadoras no sigan pensando las responsabilidades domésticas en función del género.

Para este análisis sobre la familia, sirve la noción de campo de Bourdieu (1997), entendiéndolo como espacio donde se producen relaciones de poder vinculadas con la composición diferencias del capital económico, social, cultural y simbólico de cada integrante familiar y determinan diferentes posiciones, que hablan de la posibilidad de la reproducción y de los cambios al interior del mismo.

En este marco de paso de la sociedad de las seguridades a la de los riesgos, los lazos familiares no desaparecen como forma de organización social: sino que cambian sus formas. Esto se debe, en parte, a que el espacio de las prácticas cotidianas tiene un margen de autonomía y creatividad que muchas veces es desvalorizado socialmente.

Algunas de las conclusiones de la investigación, tienen que ver con la distribución de las tareas dentro del hogar, donde aparece cierta diversificación de lxs ejecutantes. Es decir, la ejecución de las actividades del hogar (cocinar, lavar, planchar, limpiar, hacer las compras) se hace paulatinamente más equitativa, pero no así su planificación. Esto implica que la responsabilidad sobre la realización de las tareas sigue siendo patrimonio exclusivo femenino, y además interviene la dimensión etaria, ya que la máxima responsable de las tareas es la esposa del jefe de hogar o la mujer mayor en la casa.

Esto se explica a partir de una ideología familiarista, donde las mujeres ocupan un espacio marginal en el mundo público, y en el caso de las mujeres mayores, su relación con lo público se ve mediatizado generalmente por una figura masculina. Aquí se destaca el enorme peso de las tradiciones, ya que aún en los casos donde los integrantes (o al menos algunos) de las familias reconocen lo arbitrario de la división de tareas, resulta muy difícil alterar en la práctica los roles establecidos. En algunas familias los nuevos roles femeninos no implican el abandono por parte de las mujeres de las tareas al interior del hogar. Catalina Wainerman (2002) hablará de revolución estancada, que plantea que la mayor participación lograda por las mujeres en lo público, no siempre tiene un correlato en el privado.

Plantean las autoras que en la actualidad hay una convivencia de modelos, porque si bien el trabajo doméstico y las tareas reproductivas son necesarias, las formas en que se satisfacen estas necesidades tienen que ver con las prácticas de lxs propixs sujetos. En algunos casos, la nueva realidad trae aparejada crisis dentro de las familias, resistencias protagonizadas por las mujeres, rupturas o quiebres familiares.

En otros casos, aparecen percepciones alternativas que aceptan más fácilmente el cambio, y familias que reconfiguran sus dinámicas (y representaciones de los miembros) sin conflictos radicales. Incluso, pueden ser los varones quienes cuestionen roles y representaciones genéricas. Por ejemplo, desde la década de los ´60, se puso en debate la idea de la paternidad responsable, otra de los nuevos significados que ingresan a cuestionar el rol masculino (y femenino) tradicional.

Resulta valioso pensar la posibilidad de construir nuevas formas de domesticidad que disputen la segregación y jerarquización, problematizando los ordenadores sociales que hasta ahora reglamentaron la vida familiar, pensando entonces, la posibilidad de familias distintas, diversas, cuestionadoras de las opresiones genéricas.



[1] En Entre santos, cumbias y piquetes. Las culturas populares en la Argentina reciente. Daniel Míguez y Pablo Semán editores. Editorial Biblios.

jueves, 11 de abril de 2013

Las mujeres y la tarea de la reconstrucción. Una mirada de género sobre la solidaridad en la ciudad


*Por Juliana Díaz Lozano, del Laboratorio de Género y Comunicación Social- FPYCS-UNLP


En el día de la fecha se cumple una semana del inédito temporal que padecimos en La Plata, el Gran Buenos Aires y la Capital. El agua ya bajó en la mayoría de los barrios más afectados, pero, las problemáticas y las consecuencias de las inundaciones recién comienzan a surgir. Como sociedad demostramos la capacidad de respuesta inmediata a las necesidades de las familias inundadas, la activación y creación de redes de solidaridad, las inmensas colectas, el trabajo mancomunado. Nos parece importante, sin embargo, visibilizar fundamentalmente el lugar de las mujeres en esta empresa, ponderar un trabajo y una entrega que merece una lupa de género, una reivindicación particular.
Bien sabemos que muchas veces los roles tradicionales que desempeñan las mujeres en nuestra sociedad están relacionados con el ámbito privado, con el trabajo doméstico no remunerado, con las tareas de cuidado. Y también sabemos que esa división sexual del trabajo conlleva dinámicas de opresión de género que reservan para los varones la gestión del espacio público y político. Sin embargo, en los peores momentos de nuestra historia reciente, la crisis del 2001, para citar un ejemplo, quedó demostrado que fueron las mujeres quienes primero tomaron el espacio público para garantizar la subsistencia familiar, buscando trabajo, inventando trabajos, pero sobre todo, saliendo a darse la mano con otras mujeres para “salir” colectivamente.
Las inundaciones en nuestra zona, La Plata, Berisso y Ensenada, también fueron el marco de nuevas formas de solidaridad y participación popular. En todas las actividades de estos días frenéticos destacó el papel de las mujeres, como organizadoras, convocantes, trabajadoras. Comedores, copas de leche, roperos comunitarios, organización de donaciones, gestión del trabajo desde las Facultades, todas estas tareas han tenido el sello de las mujeres.
Ahora viene la reconstrucción, el trabajo a mediano y largo plazo en los barrios, en la ciudad. Una labor que va a encontrar a las mujeres rearmando lo necesario, uniendo a las personas, activando los vínculos entre instituciones, organizaciones, vecinos y vecinas. Porque, aunque el espacio público ha sido vedado históricamente a las mujeres, estas demuestran día a día y más en los momentos difíciles, que pueden descifrarlo y ocuparlo como nadie, que están hechas para resistir en la ciudad.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

25 de noviembre Día internacional contra la violencia hacia las mujeres




Por Juliana Díaz Lozano

En República Dominicana, tres mujeres valientes, Minerva, Patria y María Teresa Mirabal, fueron brutalmente asesinadas por combatir contra la dictadura del Rafael Trujillo el 25 de noviembre de 1960. Esta dictadura, que culminó un año después, había azotado el país centroamericano durante más de 30 años de pobreza y violencia. Las Hermanas Mirabal, militaban en una célula del “Movimiento 14 de Junio”, en la que se identificaban como Mariposa 1 (Minerva), Mariposa 2 (María Teresa), Mariposa 3 (Patria). Luego de su asesinato, pasaron a la historia con el nombre de las “Mariposas”.
En homenaje a las Mariposas Mirabal, el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, celebrado en Bogotá, en Julio de 1981, definió establecer el 25 de noviembre como un día de reflexión y denuncia contra las diferentes formas de violencia que sufren las mujeres. En el encuentro también se hizo el compromiso de impulsar en los respectivos países la celebración de esa fecha. Posteriormente, en la Conferencia Internacional de la Mujer celebrada en 1987 en Taunus, República Federal Alemana, se definió declarar el 25 de Noviembre como “Dia Internacional por la no violencia contra la Mujer”. 
Desde ese momento, es la fecha elegida por mujeres y varones de todo el mundo para visibilizar una situación cotidiana de opresión hacia la condición femenina, que se manifiesta en distintas formas de violencia, física, emocional, verbal, sexual, laboral, económica. Como marco de cada episodio está el sistema patriarcal, que en combinación con el capitalismo, convierte en objeto al cuerpo y mente de las mujeres, sobre los que pueden decidir los varones, y las instituciones del estado y las iglesias.  Como forma extrema de violencia sobre el cuerpo de las mujeres, en los últimos años, se lograron visibilizar los femicidios, los asesinatos motivados por el odio de género. De la misma manera, gracias a la lucha de las mujeres se logró poner en debate la existencia de redes de trata de mujeres, como organizaciones criminales que funcionan facilitadas y posibilitadas por las relaciones de poder en nuestras sociedades, y que no pueden pensarse sin la complicidad policial y del poder político.
Ahora bien, gracias a toda una historia de lucha de las mujeres y otras identidades disidentes, la violencia de géneros comenzó a ser definida desde la prensa, puesta como debate obligado en las políticas públicas, y denunciada cada vez por más mujeres. Aún así, no podemos afirmar que haya menguado. A escala continental podemos citar algunos ejemplos que dan cuenta de lo sistémico de la problemática: los asesinatos de Ciudad Juárez en México, la utilización de los cuerpos de las mujeres como botines de guerra en las zonas invadidas u ocupadas por potencias extranjeras o bajo dictaduras militares (Honduras, Haití, Paraguay, Colombia), los crímenes de índole sexual durante la última dictadura militar en nuestro país. En todos estos casos, las mujeres, sufrieron vejámenes específicos, por razón de su género.
En la actualidad, en nuestro país, las cifras rojas van en aumento. Mientras que en 2011 la Casa del Encuentro relevó un total de 282 femicidios, sólo en el primer semestre de este año 2012 fueron asesinadas 119 mujeres. La mayoría de ellas por sus parejas o ex parejas[1]. Esto da cuenta de un odio de género que va en aumento, a pesar de los avances simbólicos que se están dando para condenar la violencia sexista.
En nuestra ciudad sucedieron en los últimos años femicidios paradigmáticos: el cuádruple crimen de La Loma, del que se cumplió un año el 26 de noviembre, el crimen de Sandra Ayala Gamboa en un edificio del Estado, la muerte de Mariana Condori, catalogada judicialmente como suicidio, al tiempo que su familia denuncia que fue asesinada por su pareja Maldonado, entre otros. En este último caso, el Fiscal Marcelo Romero, de la Unidad Fiscal de Investigación Nro. 6 de La Plata, luego de repetidas denuncias del maltrato por parte de Mariana, le había ordenado que se someta a la mediación con su ex pareja[2]. La muerte de Mariana fue unos días después.
 En vista de esta situación acuciante, como cada año, organizaciones sociales y políticas y colectivas de género de nuestra región se reunieron para conmemorar el 25 de noviembre, haciendo eje en el reclamo de políticas públicas preventivas, albergues y contención para las mujeres víctimas de violencia, investigación de las redes de prostitución y trata, y una ley que declare la situación de emergencia de género en nuestro país. De la misma forma, se reclama presupuesto estatal para destinar a políticas públicas en este sentido. Esta actividad se sumó a tantas otras a lo largo del país, realizadas con la conciencia que la única manera de detener la violencia es transformar el sistema machista que las produce, denunciando, proponiendo y organizando.
Algunas imágenes de la actividad por el Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres en La Plata:

lunes, 12 de noviembre de 2012

Sentencia en el juicio por el Femicidio de Sandra Gamboa


¿Y la violencia de género? 


Por Juliana Díaz Lozano

El miércoles 7 de noviembre concluyó el juicio por el femicidio de Sandra Ayala Gamboa, ocurrido el 16 de febrero de 2007, el caso de violencia de género más renombrado de nuestra ciudad, por haber ocurrido en un edificio del Estado: el ex archivo del ministerio de Economía. A Diego José Cadícamo, señalado como el violador y asesino de Sandra pero también juzgado por las violaciones de siete jóvenes más, lo sentenciaron con Prisión Perpetua y reclusión por tiempo indeterminado. Nélida Gamboa, a pesar de estar conforme con la pena para Cadícamo, declaró luego de escuchar el veredicto “yo sé que esto no termina acá. Hay más gente involucrada, voy a seguir luchando hasta que caigan todos”. En consonancia con estas declaraciones, las organizaciones sociales que acompañan el reclamo desde hace más de cinco años, planteaban desde un documento que “Acá no terminó el juicio”.
Precisamente, la figura de Femicidio fue un símbolo que desde el movimiento de mujeres y de género se logró postular como síntesis de las violencias que padecemos las mujeres y que en caso extremo llevan al asesinato. Conlleva la carga crítica de señalar al patriarcado, como un sistema social y cultural muy antiguo que, (hermanado con el capitalismo) coloca a las mujeres en un lugar subordinado de la estructura social, siendo su cuerpo susceptible de ser abusado, golpeado, vejado, como un objeto de los varones.
Esa es la carga ideológica que tanto la familia de Sandra como las organizaciones feministas, de mujeres, sociales y políticas que la acompañaron intentaron que se considere en el juicio. Incluso, lo largo del proceso, distintos testimonios dejaron entrever las condiciones de vulnerabilidad que Sandra Gamboa padeció en La Plata antes de su muerte. Situaciones de violencia de género, maltrato, pobreza, desesperación que llevaron a que aceptara acceder a una entrevista por supuesto ofrecimiento laboral que finalmente terminó con su vida. Este marco fundamental, el de la violencia que Sandra vivió por ser mujer, pobre e inmigrante, no fue  tenido en cuenta por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 5 de La Plata en su resolución.
De la misma forma, el tribunal no tuvo en cuenta el pedido del abogado patrocinante de la familia Gamboa respecto de la ampliación de la causa para investigar a las personas que entraron al edificio (actualmente perteneciente a ARBA) mientras que el cadáver de Sandra permanecía en las instalaciones. En cambio, los jueces María Isabel Martiarena, Carmen Palacios Arias y el Juez Horacio Alberto Nardo, sí dieron lugar al pedido de investigación de los funcionarios de la Comisaría 1° de La Plata por considerar que no realizaron las acciones correspondientes luego de la denuncia por la desaparición de Sandra.
Sin duda la sentencia perpetua para Cadícamo es un mensaje para los violadores. Sin embargo, es muy poco. La justicia sigue sin incorporar el contexto en un hecho como este, donde las relaciones de género permiten explicar un crimen, que no es un caso policial, ni un crimen pasional, ni un problema de la inseguridad. Está enmarcado en un sistema injusto, de dominación de género, que genera más de doscientas muertes de mujeres por año, muchas más violaciones, que permite el maltrato policial a las travestis, que avala las muertes por abortos inseguros, situaciones de violencia machista en las casas, en los trabajos, en las calles. Es por esto que el reclamo continúa, porque se haga justicia completa, porque las mujeres no mueran más por el sólo hecho de ser mujeres, por una sociedad sin violencia de géneros.

miércoles, 10 de octubre de 2012

XXVII Encuentro Nacional de Mujeres Más de 25mil mujeres uniendo sus voces y sus luchas


*Por Juliana Díaz Lozano, Laboratorio de Comunicación y Género

Entre el 6 y el 8 de octubre, mujeres campesinas, indígenas, urbanas, trabajadoras, estudiantes, intelectuales, artistas, activistas, de todas las edades se dieron cita en el XXVII Encuentro Nacional de Mujeres en Posadas, Misiones.
Desde el regreso de la democracia formal en nuestro país, las mujeres vienen autogestionando este espacio federal que recorre las distintas ciudades y provincias, modificando el ritmo y el color del lugar por donde pasa, y dejando nuevas preguntas y símbolos construidos por las mujeres en toda una historia de lucha.  Año a año, miles de mujeres ponen en escena pública problemáticas y reivindicaciones que trabajan en sus organizaciones y colectivos cotidianamente: violencia de género, femicidio, trata de mujeres, derechos sexuales y reproductivos, diversidad, entre otros. Este año, estos y otros ejes se debatieron en 57 talleres paralelos durante el sábado y el domingo, y sus conclusiones fueron compartidas en el cierre del encuentro el día lunes 8.
El principal motivo por el que fue elegida como sede del encuentro este año es que Misiones es una provincia paradigmática en relación a la trata de mujeres y niños para la explotación sexual.  La situación se profundiza en la Triple Frontera donde existen mayores condiciones de vulnerabilidad y una impunidad para realizar este negociado que cuesta la libertad y la vida de cientos de mujeres todos los años. Esta situación fue expuesta desde la Comisión Organizadora y desarrollada en los talleres, donde se actualizó la situación de otras zonas en relación a las redes de trata y prostitución.
Asimismo, otras iniciativas complementaron el diagrama programado por la comisión organizadora. Entre ellas, se desarrolló un panel latinoamericano sobre mujeres en lucha contra la dictadura Hondureña y el golpe de estado en Paraguay. Allí se aludió a la militarización en Colombia y a la situación de las mujeres en los conflictos armados, a partir de la utilización de sus cuerpos como botines de guerra.
Además, se presentó la campaña contra la violencia de género impulsada por varias organizaciones, un panel sobre agrotóxicos donde expusieron mujeres que se organizan contra las fumigaciones con glifosato y las plantaciones transgénicas en Misiones y Córdoba, fundamentalmente.
También estuvieron presentes en el encuentro las madres de Luciano Arruga y Jonathan Kiki Lezcano, víctimas de la violencia policial. En ambos casos, además de difundir los hechos ocurridos a sus hijos, pidieron la solidaridad de todas las mujeres para denunciar y crear redes de solidaridad para que no sigan sucediendo estos casos de violencia institucional contra los jóvenes de los barrios populares. Nélida Gamboa, la mamá de Sandra, estuvo presente en el encuentro y participó del taller de violencia, donde relató el caso del femicidio de Sandra e informó sobre la situación del juicio oral que se viene llevando a cabo en nuestra ciudad.
El domingo, una masiva movilización recorrió las calles de Posadas, cantando consignas a favor de la legalización del aborto, en contra de la violencia y la trata de mujeres y contra la jerarquía eclesiástica. Por la noche del domingo, se realizó una peña donde la figura principal fue León Gieco, quien afirmó que se enteró del encuentro y decidió participar porque los varones también deben aportar a las luchas de género.
Hacia el final del encuentro, luego de la lectura de las conclusiones, se eligió la sede del encuentro N°XVIII, que se realizará en 2013 en la provincia de San Juan.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Juicio por el femicidio de Sandra Ayala Gamboa en La Plata

La necesidad de un abordaje judicial en clave de género


Por Juliana Díaz Lozano, Centro de Comunicación y Género

 El miércoles 19 de septiembre comenzó el juicio oral y público a cargo del Tribunal en lo Criminal N°5 de nuestra ciudad, por la violación y el asesinato de Sandra Ayala Gamboa ocurrido el 16 de febrero de 2007. El cuerpo sin vida de Sandra había sido encontrado seis días después, en un edificio del estado: el ex archivo del Ministerio de Economía de la provincia de Buenos Aires, hoy ARBA. 
Cinco años y siete meses pasaron del femicidio más paradigmático en nuestra ciudad, y podemos decir, el hecho más repudiado por las organizaciones de DDHH y género que acompañaron desde el principio el reclamo encabezado por Nélida Gamboa Guillén, la madre de esta joven peruana que vino a La Plata para trabajar y estudiar medicina. En este período de tiempo, el frente del edificio donde asesinaron a Sandra se convirtió en un espacio para la memoria y la denuncia, en sus paredes se escriben los nombres de las cientos de mujeres asesinadas cada año en nuestro país por el sólo hecho de ser mujeres. Ese mismo espacio fue el epicentro del reclamo para que avanzaran las investigaciones del caso que en este momento se encuentra en Juicio Oral y Público.
El Tribunal que entiende en la causa es el Nº5, presidido por la Dra. María Isabel Martiarena, conformado también por el Dr. Horacio Alberto Nardo y la Dra. Carmen Palacios Arias. En el proceso, se espera que declaren 147 testigos durante 19 días. El único acusado en la causa es Diego Cadícamo, quien tiene prisión preventiva desde febrero del año 2010. La resolución judicial fue dictada por el juez de garantías César Melazo a pedido del fiscal Cartasegna, bajo los cargos de “robo calificado por el empleo de arma, abuso sexual con acceso carnal, coacción, robo simple, homicidio simple y abuso sexual con acceso carnal agravado por el empleo de arma”. La causa contempla nueve violaciones en total, siendo la de Sandra una violación seguida de muerte. La mayoría de las víctimas son jóvenes menores de edad y migrantes de Perú y Bolivia.
Más allá de la condena para Cadícamo, comprometido por muestras de ADN que lo ubican en la escena del crimen, desde las distintas organizaciones de mujeres y familiares de las víctimas que se acercan a presenciar el juicio (con mayor o menor suerte para ingresar), se espera que en la resolución los jueces evalúen nuevos elementos que fueron surgiendo de las audiencias. Entre ellos, se cuenta la situación previa de maltrato y violencia de género que padecía Sandra en la pensión donde vivía, y la vulnerabilidad social que padecía una mujer joven, pobre e inmigrante que llevó a que aceptara una falsa propuesta laboral por parte de un desconocido. En este sentido, se vuelve necesario evaluar el continuo de violencia y vulnerabilidad atravesado por Sandra Ayala Gamboa, que desemboca en su violación y asesinato,  para poner en tela de juicio las desigualdades de género que existen en nuestra sociedad.